CAPITULO 64

 


Me asomo en tus ojos y no puedo dejar de ver mi reflejo en tu mirada, tú magia me transforma al instante.
Me veo soñando con una vida por delante a tu lado, me veo construyendo un futuro lleno de amor.
Bajo la mirada dibujando la silueta de tu nariz hasta llegar a tus labios, tu traviesa sonrisa deja entreabierta
tu boca y quisiera besarte, pero no me atrevo. El color de tu labial me hace evocar aquellos días en que mi
piel era tan tersa como la tuya, tus ojos solo ven quien pretendo ser ahora, la inocencia de tus años mira
solo el lado que te quiero mostrar, lo que quisiera ser para tí.
Y entonces me doy cuenta de que solo soy un depredador al acecho, soy el espía atento a tus
movimientos, tu inocencia cargada de sensualidad al acomodar tu cabello despierta en mi un intenso
deseo de verte hacerlo a la luz de la luna, un incontrolable anhelo de amarte con las estrellas de testigo.
Pero no te mereces esto, estos maquillados despojos siguen siendo despojos, por más que quiera purificar
mi alma no puedo borrar mi pasado. Sé qué tal vez no sabría valorarte de no haber vivido como lo he
hecho, pero la amargura de besos hediondos aún está presente en mis labios, y temo contaminarte si me
atrevo a rozar tu boca. Ahora entiendo porque las prostitutas nunca besan, y desearía haber dejado mis
caricias en brazos comprados, desearía estar libre de culpas y deudas, desearía no haber amado.
Te veo de espaldas sin que tú inocencia se percate del depredador que te acecha, esa inocencia que
quisiera recuperar para poder mirarte de frente, esa inocencia con la que quisiera tomar tu mano y
emprender juntos un largo viaje. Pero ya es tarde, este don Juan viejo y sabio debe partir, debo ir a destruir
la imagen inmaculada que intento construir y aceptar que no te merezco, debo aceptar que deje morir mi
alma y mi corazón en los brazos equivocados. Debo aceptar que mi vida fue un error.
Pero cuando alguien me pregunte si existe el verdadero amor les diré que si, les hablaré de tus ojos, les
contaré de cómo tus labios fueron capaces de darle un nuevo sentido a mi vida , de cómo tu inocencia
salvó mi alma, les contaré de la languidez con la que recogias tu cabello. Espero que me perdones si les
cuento que te vi hacerlo en total desnudez, la tersa piel de tu cuerpo cubierta solo por la luz de la luna,
espero que me perdones si pongo a las estrellas de testigo.
Dicen que los hombres contamos las historias que jamás vivimos, y que las mujeres viven las historias
que jamás contaran, así que espero que en algún momento me hayas amado, aunque nunca lo digas.



Comentarios

Entradas populares de este blog

DIA 2 . . . ó 3?

CAPITULO 5

CAPITULO 35