CAPITULO 141

 

  

    Nunca he sido impresionable, mucho menos impresionista, tal vez por eso no tenía a Dalí en mi radar; pero cuando muere Salvador Dalí, el mundo entero pareció detenerse, noticieros de todo el mundo reportaban el deceso. Cada televisora quiso matizar la nota a su manera, pero en muchas de ellas resaltaba como nunca la música de fondo; la canción era una balada muy romántica, una de esas melodías que te inspiran ternura y te hacen creer en el amor; pero ese día aciago se convertiría en un himno, una oda al genio, una plegaría al amor; pero sobre todo, un himno que nos recuerda la inmortalidad. No importa que tan pequeño te sientas, cada día vas construyendo una historia que quedará para la posteridad, tu decides como escribirla. Ciertamente no todos tenemos la fortuna de disponer del lienzo perfecto para plasmar lo que somos, pero en la búsqueda de realizar una obra maestra, siempre tendremos recursos que aprovechar, y tal vez, incluso podamos reencarnar en carne.


  

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